Se dice que vivimos en la "Sociedad del Riesgo" y, en efecto, el empuje tecnológico de la Humanidad en los últimos siglos ha supuesto un cambio profundo en las condiciones de vida de los habitantes de nuestro planeta.

 

Las actividades humanas, especialmente desde la revolución industrial, han ido conformando un cambio en nuestras estructuras socioeconómicas que han mejorado la calidad de vida de nuestras sociedades, pero al mismo tiempo, lo que supone una ventaja, lleva aparejado, inevitablemente un inconveniente en forma de aumento del peligro, por ejemplo, si ahora podemos cómodamente trasladarnos de una ciudad a otra en brevísimos períodos de tiempo (lejos queda la propuesta de Julio Verne de dar la vuelta a la Tierra en 80 días, hoy podemos en un día, trasladarnos a nuestras antípodas), es a cambio de utilizar los vehículos a grandes velocidades lo que supone un aumento del riesgo de sufrir un gravísimo accidente en caso de fallo en los procesos, elevándose el número de víctimas por la actividad de transporte de una forma muy considerable si lo comparamos con el tradicional transporte clásico a través de los vehículos más primitivos empujados por animales de tiro.

 

De la misma forma, nuestra estructura hogareña, se ha ido transformando a lo largo de los últimos años de una forma extraordinaria, calefacción (con la consiguiente producción de calor mediante caldera y combustible), uso de la energía eléctrica para alumbrarnos y para utilizar nuestros aparatos electrodomésticos de todo tipo, muebles de componente industrial que han conseguido abaratar estos productos para la práctica utilización por parte de todos, etcétera, hacen de nuestro hogar un lugar que no está, precisamente, exento de peligros.

 

Sin olvidar que seguimos viviendo en el planeta Tierra y en medio de una Naturaleza que tiene su propio funcionamiento y que provoca situaciones de riegos para las personas, ya sea por peligros provinientes del espacio exterior (caída de meteoritos o lluvias solares...), ya sea por movimientos telúricos (sismos, maremotos, tsunamis...), o por causa de las inclemencias meteorológicas (calor, frío, inundaciones...).

 

Nuestra Vida y nuestra Sociedad son así hoy en día y es una realidad que tenemos que interiorizar desde jóvenes, pero no de una forma pasiva, sino de una forma consciente y activa, sabiendo que nuestro propio comportamiento frente a los peligros que suponen los distintos riesgos ordinarios a los que nos enfrentamos desde que nacemos y participamos en esta gran comunidad que conocemos como Humanidad, puede ser determinante para poder aminorar de una forma eficiente el grado de riesgo que corremos cuando realizamos nuestra vida ordinaria, interiorizando comportamientos en los procesos, con pautas de prevención y sabiendo de nuestra vulnerabilidad ante distintos fenómenos, con la convicción de que sí podemos hacer siempre algo, por muy grave que pueda parecer el peligro.

 

En esta página y en las distintas secciones de la misma que iremos añadiendo poco a poco, queremos irles ampliando la información acerca de los distintos riesgos a que estamos sometidos, (nos perdonarán que, a veces, utilicemos un enfoque muy local y demos más importancia a aquellos riesgos que más nos afectan a los ciudadanos de Morata de Tajuña), partiendo de una concepción tipológica tradicional en los estudios sobre el riesgo, dividiendolos en riesgos de origen natural, riesgos de origen tecnológico y riesgos mixtos, en los que le unen el origen natural de los procesos que originan las causas y en los que las actividades humanas provocan el desencadenamiento de consecuencias que terminan por influir de manera principal en las consecuencias de los daños producidos.

 

Esperemos que, poco a poco se vaya llenado de contenidos de prevención esta pequeña aportación de nuestra Agrupación en la difusión de la Cultura Preventiva y de la mejora del bienestar de una sociedad que queremos hacer más segura para todos.